miércoles, 30 de mayo de 2012

Popper, el estupefaciente fatal


Popper es un estupefaciente que se inhala compuesto por nitritos, generalmente de amilo o también de butilo. Son líquidos incoloros e inodoros conocidos como “drogas recreativas” y que muchas veces es asociada con el sexo porque relaja la musculatura lisa y es un potente vasodilatador que favorece la erección. También relaja los esfínteres, por lo cual fue popular entre los homosexuales durante los ‘70 y principios de los ‘80. Su origen es holandés, pero se puede fabricar fácilmente.
Esta sustancia produce estimulación y vasodilatación muy rápidamente al ser ingeridos, así como también una fuerte sensación de euforia, ligeraza y deseo sexual. Los efectos secundarios que produce son náuseas, cefalea, enrojecimiento de ojos, cara y cuello, pérdida del apetito, hemorragias nasales, taquicardia e hipotensión. Los efectos son muy variados y duran entre 2 o 3 minutos nada más, mientras que sus efectos secundarios pueden durar varios días. Las náuseas y vómitos combinado con el estado de inconciencia que puede producir son particularmente peligrosos ya que si la persona vomita boca arriba puede ahogarse.
En dosis bajas, los efectos son similares a los de un anestésico; disminuyen el ritmo de las funciones corporales. En dosis medias produce una leve pérdida de control y desinhibición, y en dosis altas se puede llegar a perder el conocimiento.
El Popper produce tolerancia y dependencia física al poco tiempo de consumirla regularmente. A largo plazo, los efectos del Popper incluyen la pérdida de peso, fatiga, desbalanceo químico y fatiga muscular. También puede ocasionar daños en el sistema nervioso, en el hígado, los riñones y la sangre. Es muy frecuente experimentar fuertes dolores de cabeza debido a que al dilatarse los capilares y bajar la presión, el corazón aumenta su ritmo. Luego del efecto vasodilatador, los capilares quedan “inflados” por la presión sanguínea y provoca migraña.  


martes, 22 de mayo de 2012

Anfetaminas: La estimulación más peligrosa


Las anfetaminas constituyen una familia de drogas que estimulan el sistema nervioso, producen la pérdida del apetito, quitan el sueño y hacen desaparecer el cansancio. Bajo muy estricto control médico, ayudan a combatir la obesidad. El problema empezó durante la Segunda Guerra Mundial, en donde se utilizaron anfetaminas para disminuir en los soldados la necesidad de dormir, eliminar la fatiga y estimularlos para el combate. Al terminar la guerra, Japón tenía almacenadas grandes cantidades de anfetaminas y las puso a la venta, lo que provocó su uso masivo en las décadas del ‘50 y del ‘60. Los efectos negativos y la adicción generaron el control riguroso de su comercialización.
De todas maneras, quien desee estimularse puede conseguirlas fácilmente por medios ilícitos. Vulgarmente se las conoce como "pepas", "despertadores", "levantadores" y algunos otros apodos que expresan el tipo de efecto que producen. Se consiguen en forma de comprimidos o cápsulas, o también pueden ser inyectables.
Cuando el público descubrió que esas pastillas para adelgazar o esos inhaladores nasales tenían efectos estimulantes, comenzó a usarlos sin prescripción médica con una facilidad alarmante. Los jóvenes, para mantenerse despiertos los días previos a un examen; los adultos, para mejorar su rendimiento en sus actividades diarias; los deportistas, para superarse en las competencias; los choferes de larga distancia, para resistir los largos viajes sin dormirse.
Esta automedicación de pequeñas dosis es, muchas veces, el inicio de una adicción destructiva de la que no se puede salir. Esto sucede cuando para poder descansar se recurre a tranquilizantes mediante los cuales se logra apaciguar la aceleración provocada por las anfetaminas. Un adicto que se inyecta grandes dosis de anfetaminas en la vena, puede permanecer despierto más de cinco días y finalmente se derrumba en un sueño que dura 48 horas continuas.

lunes, 14 de mayo de 2012

Drogas: depresores, estimulantes y alucinógenos


A partir de la clasificación de la OMS podemos hablar de tres grandes grupos: estimulantes, depresores y alucinógenos.
Son estimulantes las anfetaminas, la cocaína, el éxtasis y las metilxantinas (cafeína, teofilina, mateína y otros). Estas drogas alteran el estado mental y estimulan el cerebro y el sistema nervioso central. El efecto que producen es el de aumentar y acelerar la actividad funcional. La forma de administración es variada: puede ser mediante ingestión, inyectada por vía intravenosa o aspirada por mucosas nasales.
Los depresores son los tranquilizantes (benzodiacepinas), los hipnóticos (barbitúricos y alcoholes), los analgésicos narcóticos (codeína, morfina, heroína, metadona y otros), los anestésicos (éter, cloroformo y otros) y los disolventes inhalantes (acetona, tolueno y otros). Estas sustancias inducen al sueño y a relajar el sistema nervioso y deprimen o disminuyen la actividad corporal. La administración puede realizarse por vía intervenosa, oral o fumándolas.
Dentro del grupo de los alucinógenos podemos incluir al LSD (dietilamida del ácido lisérgico), el peyote, la mezcalina, el PCP, y los cannabis: hachís, aceite de hash y marihuana. Estas drogas provocan en el individuo una alienación pasajera de la actividad psíquica, con distorsiones perceptuales y desplazamiento de la imaginación. Producen delirios, alucinaciones y estados de confusión y despersonalización.
La dependencia a las drogas deriva de una compleja interrelación entre la personalidad del individuo, la situación social y el efecto de la sustancia elegida. En consecuencia, resulta muy difícil tipificar la “personalidad adictiva”. Por el mismo motivo, no se puede hablar de sustancias que generan abuso ya que esto no depende solamente de la droga en sí sino tambien de tros factores.



miércoles, 2 de mayo de 2012

Las etapas de la recuperación


1.- Transición: La tarea en esta etapa es lograr predominio de la necesidad de control por sobre la necesidad del uso.
2.- Estabilización: En esta fase la tarea esta dirigida a recuperarse de los efectos dañinos producidos por el abuso de sustancias.
3.- Recuperación Temprana: En esta fase se producen los primeros cambios internos, de pensamiento, sentimientos y actitud con respecto al uso.
4.- Recuperación Media: Aquí se producen los cambios externos. Modificación del estilo de vida, incorporación paulatina de hábitos sanos.
5.- Recuperación Avanzada: Esta etapa se trabaja sobre la elaboración de conflictos personales y familiares no resueltos.
6.- Mantenimiento: Esta etapa se basa en la capacidad para mantener una vida sana y un crecimiento personal continuo.
Abstinencia Completa
 La abstinencia completa es un importante paso para lograr la recuperación. Durante la adicción activa es difícil que el adicto logre concebir la abstinencia completa. Se produce el fenómeno de sustitución: el adicto cambia de sustancias pero continúa usando. Puede suceder que el adicto, tenga como objetivo controlar su adicción, disminuye la cantidad y/o la frecuencia del uso, pero vuelve al patrón compulsivo, con lo que el uso se hace continuo.
La abstinencia es lo opuesto al uso y a la sustitución. La naturaleza y la severidad del este síndrome de abstinencia depende del tipo de droga, la gravedad de la adicción, y la personalidad del adicto. Este síndrome es pasajero, luego de un período, que en general es corto, se alivia, generándose un estado de desgano motivacional y apatía.
Cuando se logra la abstinencia, se hace más fácil manejar los deseos de consumo y el pensamiento obsesivo. Al tener un deseo y abstenerse, se produce una mayor habilidad para manejar las situaciones de riesgo. La recuperación no puede basarse sólo en la abstinencia, sino que debe ser acompañada de cambios en el estilo de vida, que aseguren una mejor calidad de vida.