lunes, 15 de octubre de 2012

Los efectos sociales de la cocaína




El fin del efecto de la droga pone al adicto en una situación desesperante. El único objetivo en mente es encontrar la manera de conseguir una nueva dosis de cocaína, en este caso, para volver a sentir esa estimulación que tanta satisfacción le genera. No importa cual sea la manera, el fin, para ellos, justifica los medios.
El adicto puede llegar a cometer hurtos o robos para obtener la plata (que por su cuenta no podría reunir o que su familia le ha negado) necesaria para obtener una nueva medida de cocaína.
La abstinencia y la desesperación que esta conlleva son dos factores que pueden llevar al adicto a generar situaciones violentas y agresivas en la vía pública, el seno familiar o en un ámbito social.
Los adictos que son considerados consumidores mayores (por la cantidad de cocaína que requieren) suelen sentirse amenazados y paranoicos todo el tiempo recurriendo a la agresión como método de defensa.
Estas conductas, realizadas en forma recurrente, hacen que el adicto quede bajo la lupa de la sociedad. En muchos casos la discriminación y la desvalorización personal se transforman en moneada corriente para el adicto,  que sentirá un vacío social insostenible.


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