El consumo recurrente de cocaína lleva al cerebro a adaptarse, disminuyendo los niveles de dopamina. Esto conlleva a que la persona requiera dosis.
El resultado de esta demanda constante es el síndrome de abstinencia que esta ligado a un malestar totalmente contrario al placer.
Entre los síntomas más frecuentes se encuentran: la depresión, la agitación, el insomnio, la anorexia, el cansancio-fatiga, la irritabilidad y cambio brusco de humor, el desorden psiquiátrico y el deseo, compulsivo, de cocaína.
Por lo general los signos de abstinencia de cocaína son psíquicos por sobre físicos. Estos suelen manifestarse en tres fases. La primera de diforia inmediata por el consumo de cocaína, que puede llevar a cualquiera de los síntomas antes mencionados (depresión, cambio de humor, etc.) la segunda fase de abstinencia propiamente dicho, que es considerada la de mayor riesgo de recaída. Aumenta el deseo de consumir.
Por último, la tercera fase, la de extinción, que puede durar años si no es tratada de una forma adecuada.
Fuente: Fundación Manantiales
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